
Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve, que vale la pena conocer. La felicidad concentrada no me sirve de nada. Yo la quiero efervescente y que salpique por todos lados. Siempre leo la última hoja de los libros antes de comenzar con la primera línea. La del principio. Todo explota en mi cara pero sin saber muy bien cómo ni por qué, y así con todo.