He lamentado cosas, pero ni un sólo día de los que pasé con ella.
Black eyed María, no more

Comme je vais à cacher et je vais recouvrir le tout avec des feuilles entières de fluides de vous laisser aller.

Un poema a medias tintas serán letras borroneadas, una pluma que te ofrece homenajes a la nada, entera dame tu boca, no la mitad de tus labios que me endulzan con sus besos, y me escupen con agravios.
"Si un día la vida te arranca de mi lado, si murieras lejos de mí; no me importaría si no me amas, yo también me moriría."
Para que nada nos separe, que no nos una nada

25.12.09


X-mas es tán sutil que apenas logro diferenciarla de algún momento en el cual la alegría haya reinado sobre mi persona. Nunca sufrí ni ansié que llegase diciembre, es más, siempre tuve la certeza de que diciembre se salteaba, & mi año comenzaba, de una forma demasiado peculiar, la segunda quincena de enero. Mi infancia tampoco tuvo esa sensación de estar esperando un día en particular, ese frenesí caleidoscópico se apagó cuando a los cinco años "Papá Noel" no era más que un tio loco con una barba de cotillón. Esperaba siempre que algo más sucediera, como un sentimiento de suceptibilidad que aún hoy está en tramos de confiar o no en la gente, supongo que no sería el último de mis trastornos. Aunque en mi espacio familiar nunca hubo nadie para compartir mis cosas, una enana como yo hubiese defendido a capa & espada sus pensamientos filosóficos enredados en las trenzas, pero solo me limitaba a proteger a mis muñecas Cristy. Siendo franca, no provengo de la clase social de las Barbies Mattel cada día festivo, sin embargo, mi mamá atesoraba que estos días llegaran para traerme una "barbie" mucho más económica. Yo bien sabía que esa Cristy no era BARBIE ( aunque si tuve Barbies posta, pero nunca me importaron) pero su ´plástico blanco & casi transparente, completamente inflamable & nada que ver con el moreno de la barbie común, había sido mi regocijo & mi tiempo completo en las tardes crepusculares. Nadie entendía como, en vez de querer esas muñecas de más de ochenta pesos, quería una barata, de no más de treinta. Pero lo que ellos no sabían era que yo no necesitaba más. Adoraba con mi ser poseerlas, & poder pedirle a mi mamá solamente UNA por vez. Claro es que siempre venían concetrados en las diferentes bolsas otros tantos chiches carísimos & al pedo, que nunca usé, o si los usé fueron para complacer los encantos de los adultos. Que estupidés. Lo cierto es que a los doce años bien le dije a mi vieja que basta de esas muñecas, & creo que el crecer de golpe hizo que se fueran en un camión de Cáritas. Pero lo bueno es, que la Navidad me importa poco, & lo único que quiero ahora, es rendir bien maths.

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