Su extasis me producía vibraciones inhóspitas. Nunca había pensado en que no iba a ser por medio de la demencia crónica o de algún pecado obsesivo que iba a sentirme menos ruidosa. Ruidosa. Que sentido tan precoz de la palabra & que bien suele definir mis actitudes. Pero dejé de abusar de ese típico autoretrato cósmico & alejado de mi propia realidad para sumergirme en su atracción divina. Creo que no hay Dioses existentes, poco caleidoscópicos como para ser ciertos, que realizen algo tan peculiar como el hacerme dejar de pensar en lo irónico de la vida & lo sensual de la muerte. Muchas veces traté de dejarme hacer ver por esos que tal vez ya no se interesen en algo protocolar como el vicio de mostrar tus huesos. Hice que los papeles o más bien, el orden de todas las cosas se volviera ciclotímico, tanto como para hcerme menos mal que el mal uso que le daba a mi tiempo. Pero en cuanto descubrí que ese hombre iba a ser el único defecto perfecto en mi vida, dejé de agonizar.
