Pasé mucho tiempo entre vinilos y libros, novelas y poemas, y ahora me cansan mis charlas metafísicas. Soy una horrible mentirosa pero hay momentos en los que golpeo con las rodillas la realidad.
Al fin y al cabo, por mucho que busque un amor imposible de surrealismo y subsuelo, de Dadaísmo y absurdidad, lo que en realidad quiero es un amor como el que me diste y cine por las noches. Yo que dije que los paseos por un parque eran cursilerías, que era ridículo los domingos en la playa. Ahora quiero eso que quisimos alguna vez.
Sólo quiero sentarme en el pasto húmedo y mirar al cielo, ir a alguna plaza y gritar "pene" para que las madres tapen los oídos de sus inocentes hijos.
El colmo de mi pesimismo, que tan alejada me mantenía de ese amor mortal y medio humano, es que en realidad es lo único que necesito. Que dure una tarde y una noche. Que al amanecer vuelvan mi metafísica y Verlaine y que me lleven lejos de esa habitación, pero solo una noche y una tarde, es lo único que necesito, una tarde y una noche en las que no me importe morir. En las que no te importe volver a verme.