
Lo que me parece es que antes nos mirábamos a los ojos y nos sentíamos la misma persona, aunque debo reconocer que últimamente pensaba que te podía cambiar algunas cosas, pero bueno, no hay nada más infantil. Y no sé qué pasó ni cómo, pero gracias a Dios o a lo que mierda fuera, la angustia se transformó en dolor, y con mucho esfuerzo más, logré que el dolor se convirtiera en tristeza, y depués de muchos meses pude despertarme un día, sin sentir que me faltabas y estaba todo bien. María, lo que pasamos no lo vamos a volver a pasar. Yo te quiero y daría lo que no tengo por arrancar ese dolor que tenés, pero hoy, de ésa manera, no estoy.













