
Lo único que rescato fue su sinceridad para decirme que no quería que la viesen conmigo. La sinceridad casi siempre es explicita, bueno, ella supo darle un toque repentino y diferente a sus manías, su pensamiento fue básico, como si su resto de conciencia hubiese estado enmudecido por mi carácter actoral. Amé siempre la velocidad en el coito, aunque mi virginidad está a flor de piel. Me harté de buscar flores donde nadie parecía estar esperándome. Me harté, simplemente, de vivir enamorada













