
Cuando sabés que estás caminando una calle por última vez en tu vida sentis que te recorre un hilo plateado de frío. La gente en la calle te llama la atención ¿a dónde van? ¿Cuándo van a morirse? No saben que están pasando por al lado de alguien que en cuestión de horas será solo un fantasma. Entonces pasas por un kiosco, ves los helados, los dulces, los chocolates, las papas, todo aquello de lo que te venis privando desde que una diosa inventada te consume la vida. Ves todo aquello y sin embargo no lo deseas porque ya no estás en ese mundo.













